ESTADO O POPULISMO ANTI IMPOSITIVO

29.11.2016 17:03

 ESTADO O POPULISMO ANTI IMPOSITIVO

Por Dr. Wojciech Swida

 

            Quiero comenzar por advertir que entiendo por popularismo a aquello que piensa la mayoría y que es la guía de las acciones políticas y económicas sin alternativas posibles.

            Nuestros antecedentes histórico de un populismo así entendido podemos remontarlos hasta la revolución de mayo donde una fracción importante de sus partícipes, lo que querían en definitiva es un liberalismo sin la intervención de la corona española que les permitiera desarrollar a gusto sus actividades, que en muchos casos podían considerarse antijurídicas como el contrabando o la trata de esclavos. Todos consideraban que el pago de los impuestos era tan solo favorecer a la corona sin obtener beneficio alguno a cambio.

            Esta mentalidad que triunfó definitivamente en la batalla de Caseros y se apropió del estado con la generación de los años 80 del siglo XIX todavía hoy está arraigada en la conciencia popular y parece haber dominado el pensamiento  de todos los argentinos quienes consideran que el impuesto es un robo y el estado debe ser reducido a su mínima expresión.

            Desde esta postura dominante, por un lado se pretende resolver los problemas económicos de la nación creando una desproporción entre los que deberían tributar por tener ingresos mayores y los que no tributan porque en realidad no tienen nada y la contracción de deudas por parte del estado para solventar los gastos que este necesariamente tiene que tener cargando con dicha deuda a las futuras generaciones incluso a los descendientes de aquellos que deben sostener al estado en la actualidad.

            Este pensamiento está tan difundido que la mayoría considera una ofensa si se les exige el pago de algún impuesto sin advertir que el impuesto es percibido por el estado de otras formas semi ocultas para solventar sus gastos cargando de esta manera a aquellas franjas de la población que no tienen forma de evadirlos mediante maniobras financieras, ocultaciones o transferencia de ingresos a otros países.

            Lo que ha desaparecido de la conciencia populista es la idea del estado protector por lo que todos aquellos que  evaden el pago de impuestos y las cargas sociales no logran advertir que sin el estado no habría caminos, ni otros medios de comunicación, no existiría la educación pública que genera a los futuros trabajadores especializados de cuyos conocimientos se benefician y la salud pública estaría en franco retroceso. Pero sí ponen “el grito en el cielo” cuando algunas de estas ventajas fallan o cuando el propio interesado se encuentra ante la imposibilidad vital de satisfacer sus necesidades básicas.

            Estas distorsiones mentales están fundadas en las ideas neoliberales de Milton Friedman o de Murray Rothbard a la luz de las cuales el estado es por definición algo malo porque limita nuestra libertad económica y se mete innecesariamente en el mercado libre. Nos acostumbramos a tratarlo como algo ajeno y enemigo olvidando totalmente lo que es tener una nación propia y cuan grande es este bien. La irracional absolutización de la propiedad privada y en muchos casos los resultados negativos de este concepto siempre son ligados con la falt,a de capacidad del estado y con la creencia naif de la posibilidad de crear un orden espontáneo como resultado de la acción natural de los interesados únicamente en sus propios intereses. Esto se ha transformado en un dogma cuyos principios ideológicos ya no estamos en condiciones de ver.

            Como resultado de todo esto se profundiza una atomización social que surge del modelo económico-social que prefiere el egoísmo y la híper competitividad para alcanzar el triunfo económico. De esta manera se está perdiendo el capital social y la confianza en el prójimo.

            Hoy en vez de cambiar el rumbo que nos conduce hacia un callejón sin salida los políticos se licitan entre ellos para demostrar quién va a reducir más los impuestos y disminuir el rol del estado en la economía y lo hacen convencidos que la mayoría de la población cree que los impuestos son un robo, utilizando de esta manera un escenario populista en el sentido que se le dio desde el acápite.

            Cuando dentro de algún tiempo dejemos de ser apetitosos para el mundo financiero,  no ingresen nuevos capitales y tengamos que pagar la tarjeta de crédito, la catástrofe será ineludible.

            El mundo financiero, sobredimensionado, tiene la tendencia de eliminar a los estados y a las naciones para poder gobernarlas a su antojo destruyendo de esta forma un sistema que, si bien con muchas fallas, ha demostrado ser valioso, por otro mundo gobernado por un sistema en ciernes.

            No habrá ya más emperadores, reyes, presidentes o parlamentos  los que serán sustituidos por CEOs.